Esta celebración fue decretada por el Congreso Nacional en 1969, mediante el decreto legislativo #23. El propósito de este festejo es que todos los hondureños honremos nuestro patriotismo, proyectándonos para hacer crecer nuestra cultura y conocer más sobre nuestra historia.
Más allá del romance patriótico, el verdadero contexto de esta conmemoración se traslada a cuando Honduras y El Salvador disputaron la tan conocida «Guerra Fría», conflicto armado que duró 100 horas, entre 14 y 18 de julio. Ambas naciones arrastraban problemas políticos y sociales desde antes de esas fechas y, dada la casualidad, jugaron un partido de fútbol el 27 de junio de ese año, como parte de las Eliminatorias rumbo al Mundial México 1970.
3 semanas después de ese encuentro estalló la guerra, dejando miles de muertos y varias personas desplazadas. Luego de ese histórico suceso las relaciones diplomáticas entre las dos Repúblicas se restauraron y procuraron no repetir lo ocurrido; desde entonces, a partir de esa fecha, Honduras conmemora el 14 de julio como el día de la hondureñidad para reconocer el coraje y la valentía de los «catrachos».
A pesar de ese sombrío antecedente, es importante tomar el lado positivo de este tributo para valorar nuestra identidad hondureña, reconociendo la fortaleza y la resiliencia de todos los compatriotas, y luchando día a día por preservar nuestras raíces.