La intensa extracción de los caracoles han ocasionado una reducción crítica de esta especie, provocando una amenaza a la supervivencia de este hermoso recurso marino.
El caracol rosado sostiene una importante fracción de la pesquería en el Caribe. Desafortunadamente la especie se ha vuelto tan escasa que ahora está enlistada en el Apéndice II (especies que no están necesariamente amenazadas de extinción pero que podrían llegar a estarlo a menos que se controle estrictamente su comercio) de la Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres, CITES. Este caracol es consumido por su carne y también por lo hermoso de su concha que se vende como souvenir.